EL MONASTERIO DE PIEDRA Y SU JARDÍN...
La localidad de Nuévalos pertenece a la Comarca de Calatayud ( España) y está situada a 103 Km. de Zaragoza y 724 metros de altitud. Su término tiene una superficie de 41.8 kilómetros cuadrados y cuenta con una población aproximada de 350 habitantes, a los que se conoce con el gentilicio de novalense. Comprende las entidades de población de Nuévalos y Monasterio de Piedra.
El caserío de
Nuévalos se levanta sobre un montículo rocoso dominando la confluencia del Río
Piedra y del río Ortiz, coronado por la Torre del Castillo del siglo XIV, torre
que se encuentra adosada a la Iglesia de San Julián y Santa Basilisa y que en
sus inicios fue una capilla gótica del siglo XVI.
El edificio del
ayuntamiento es conocido como la Casa del Obispo, construcción del siglo XVI, y
que fue mansión de los priores de la Orden Militar del Santo Sepulcro. En la
plaza del Ayuntamiento se encuentran una fuente con la estatua de Mosén Antonio
Colás, impulsor del abastecimiento de aguas del pueblo, y un pequeño parque
infantil desde el que se domina toda la vega del río Piedra.
En su entorno se
levantan la ermita Ermita del Cristo del Valle, Ermita de San Sebastián y la
Ermita de Nuestra Señora de los Alvares, pequeña construcción del siglo XVII.
Más alejada encontramos la Ermita de los Diegos, de la que sólo quedan las
ruinas de un bello templo mudéjar.
Las aguas del Embalse
de la Tranquera bañan parte del término municipal y lo convierten en un
atractivo turístico siendo muy apropiado para la práctica de deportes acuáticos
(esquí acuático, vela, canoas) y para la pesca.
En su término
municipal se encuentran el Monasterio de Piedra y el Parque Natural del
Monasterio de Piedra, paraje de ensueño formado por un conjunto de cascadas,
saltos de agua, lagos y fuentes alimentadas por el Río Piedra, que convierten a
este paraje en un verdadero vergel.
El Monasterio de
Piedra tiene sus orígenes en una fortaleza defensiva de los musulmanes situada
en el término de Peralejos. Alfonso II el Casto hizo donación en 1194, tras la
reconquista, del término de Peralejos, junto con otros bienes, diezmos y
molinos y sobre todo, del castillo de Piedra con todos sus términos y
pertenencias, aguas, selvas y tierras cultas e incultas a la Orden del Cister.
Un grupo de doce
monjes, encabezados por Don Gaufrido de Rocabertí, parte del Monasterio de
Poblet el 10 de Mayo de 1194 con la misión de fundar una nueva comunidad en
tierras aragonesas para consolidar la fe cristiana. La casa madre de Piedra por
tanto es el Monasterio de Poblet.
Tardaron 23 años en
construir el Monasterio, desde 1195 hasta 1218. La piedra utilizada en su
construcción fue extraída de la muralla y del castillo de los árabes. Alfonso
II repobló la zona con cristianos venidos de Cataluña, Navarra y Valencia, y
que fueron quiénes construyeron el monasterio dirigidos por los monjes.
La distribución de la
construcción del monasterio aprovechaba al máximo la luz solar: al norte, la
iglesia, y su galería de claustro, la panda del mandatum; al oeste las bodegas
y cilleros, la panda del trabajo; al sur la cocina, el refectorio y el
calefactorio, con la panda del servicio; y al este la sala capitular.
Los monjes vivieron
en el monasterio desde 1195 a 1835. En estos 700 años tuvieron que abandonar el
Monasterio en tres ocasiones: la primera vez que dejan el Monasterio es en 1808
con la guerra de la Independencia cuando el Monasterio es ocupado por el
ejército francés, la segunda es en 1820-1823 durante el trienio liberal y
definitivamente en 1835 con la desamortización de Mendizábal, cuando el
monasterio pasa a titularidad del estado.
En 1.840, el Estado
decide subastar estas propiedades y es cuando, un visionario de nombre Pablo
Muntada, industrial catalán, compra el Monasterio y todos los terrenos que lo
rodeaban (alrededor de 1.800 hectáreas) por unos 1.250.000 reales. Uno de sus
descendientes Don Juan Federico Muntadas Jornet, decidió mudarse a estas
instalaciones y acondicionarlo como vivienda propia y como lugar turístico. Don
Juan Federico Muntadas Jornet, visionario ecológico, Fundador y Artífice del
Parque y fiel creedor de un modelo de turismo sostenible.
Juan Federico
Muntadas Jornet nació en Barcelona en 1826, donde pasó su infancia y primera
juventud hasta que se marchó a Madrid, donde cursó estudios en la Universidad
Literaria de Madrid, y obtuvo el título de Licenciado en Filosofía, en la
sección de Literatura, y el grado de Doctor en Letras, sección de Literatura en
1849, y en la Facultad de Jurisprudencia, recibiendo la investidura del grado
de Licenciado en la Facultad de Jurisprudencia de Madrid en 1855.
Continuó viviendo en
Madrid, y fue elegido diputado a Cortes en la legislatura de 1858 por Igualada,
luego por Mataró, y, en la legislatura de 1863, por Valls hasta 1864, fecha en
la que se retiró de la política activa, una vez ya casado en junio de 1863 con
su prima María del Carmen Muntadas Mariñosa.
Entonces se trasladó
a vivir a Zaragoza, y comenzó a retirarse largas temporadas al Monasterio de
Piedra, que había heredado de su padre Pablo Muntadas, donde se dedicó a
fomentar el turismo y la visita del monasterio, del parque, del vergel y del
jardín, y a sus actividades como piscicultor y a la explotación agrícola y
ganadera de sus tierras.
Buena parte de culpa
del éxito de este parque la tuvo Juan Federico Muntadas Jornet, enamorado del
entorno de un monasterio que por los tiempos en los que vivió, mediados el
siglo XIX, caminaba con paso firme hacia una desaparición esbozada por la
invasión napoleónica (1808), el Trienio Liberal (1820-1823) y la
Desamortización de Mendizábal (1835), tres momentos en los que los monjes
tuvieron que abandonarlo para hacerlo de forma definitiva en el último. La
Desamortización, especialmente, se cebó con el recinto y aún hoy pueden
contemplarse los resultados en la antigua iglesia, ruinosa, destechada, con sus
imágenes decapitadas y privadas de sus manos. Se intuye grandeza en sus
acabados. Una pintada, “Templo destruido y sus imágenes mutiladas durante el
tiempo que medió entre la revolución de 1835 y el año 1840, cuando pasó a
propiedad privada”, avisa del porqué de ese estado. Fue Muntadas en el que
recuperó un recinto que con motivo de esa desamortización había adquirido su
padre, don Pablo Muntadas, en el primer tercio del siglo XIX. Se interesó por
la plantación de árboles, facilitó la creación de rutas, implantó de las
primeras piscifactorías del Estado (1867) y descubrió la llamada Ruta Iris, un
maravilloso descenso a los infiernos en el que la retina, incrédula, no puede
dejar de asombrarse ante la grandeza de esa caída de agua de unos 50 metros a
la que llaman Cola del caballo.
Transformó el lugar
hasta convertirlo en un jardín paisajista, pintoresco y sublime, adaptado al
terreno abrupto y majestuoso en donde el agua es su principal protagonista,
poniendo en valor escenas naturales y puntos paisajistas e introduciendo
elementos, materiales y conceptos propios de la jardinería del siglo XIX que
seguían las tendencias de los jardines paisajistas ingleses. Incluyó un
establecimiento de aguas mineromedicinales, que explotó durante algunos años un
manantial que descubrió y que fue finalmente clausurado, y un centro de piscifactoría
que continúa en plena actividad. Se encuentra declarado desde 1945 como Paraje
Pintoresco y desde 1983 como monumento histórico-artístico de carácter
nacional.
El monasterio se
desarrolla en cuatro estilos arquitectónicos diferentes: el original de estilo
románico (Siglo XII), gótico (Siglo XIII), el gótico renacentista (Siglo XVI) y
una última época clasicista barroca (Siglos XVII-XVIII).
El claustro gótico
cisterciense fue construido en el siglo XII siguiendo la estructura definida
por sus antecesores benedictinos: Planta cuadrada, Patio o jardín central,
Cuatro pandas o galerías que rodean el patio central (panda del capítulo, panda
de la cilla, panda del refectorio y panda del mandatum), Dependencias
monásticas alrededor.
La sala capitular es
un espacio cuadrado que se abre al claustro mediante un número impar de vanos,
siendo el central la puerta de acceso a la estancia. La sala presenta bóveda
gótica con arcos apuntados y está compartimentada por cuatro columnas pintadas
con colores vegetales.
El altar fue
levantado en el siglo XVIII en estilo barroco. La imagen central del altar
representa a San Benito de Nursia, fundador de la orden benedictina.
La iglesia es de
grandes dimensiones. No tiene bóveda ya que se derrumbó al quedarse el
Monasterio abandonado después desamortización de Mendizábal. En el momento de
su construcción fue una bóveda octopartita, típica construcción de los
monasterios castellanos. Está formada por tres naves longitudinales y dos
transversales, en forma de cruz latina. Un amplio trasepto y cabecera con
capillas. En la cripta se encuentran enterrados desde 1617 los abades del
monasterio. En el altar mayor de la iglesia se observan todos los estilos
arquitectónicos en los que está construido el monasterio: todas las columnas
hasta el capitel de estilo románico y desde éste hasta que se unen los arcos de
estilo gótico. Uno de los vanos del altar tiene una celosía de estilo mudéjar. Las
capillas que hay a ambos lados del altar mayor o ábside central eran las
capillas que los monjes utilizaban para su oración personal.
Al lado derecho se
encuentra el campanario, construido sobre trompas en forma de arcos que
sobresalen en altura.
La torre es de estilo
mudéjar y está construida en ladrillo. Las trompas que forman la base del
campanario están construidas en piedra sillar, el resto en ladrillo.
La cilla era la
bodega y el granero monacal dónde se guardaban las provisiones del monasterio.
Es un edificio de planta rectangular, con dos alturas. La estancia estaba
abovedada y para su construcción se empleaban materiales pobres: adobe, muros
de mampostería y vanos reforzados de cal y canto.
En la actualidad
alberga la exposición de aparejos agrícolas y alimentación titulada ´et labora´,
no sólo de oración vive el monje. Hay que destacar las neveras o fresqueras,
huecos de tres y seis metros de altura, dónde los monjes prensaban paja con
nieve para conservar la sala fresca y mantener sus víveres.
La cilla alberga
también el Museo del Vino de la D. O. de Calatayud, con tres salas que son el
hilo conductor del museo:
El vino como ciencia.
Podemos ver el proceso tradicional de elaboración del vino, el proceso empleado
en la actualidad en esta D.O. de Aragón y el trabajo de la vid en las cuatro
estaciones.
El vino como cultura.
Mediante imágenes y sonidos nos muestra la importancia del vino en distintos
aspectos de la cultura.
El vino y la
calidad-Calatayud. Distintos aspectos históricos, geográficos, etc. De la
elaboración de vinos en la comarca de Calatayud.
En el siglo XII había
un gran fogón en el centro de la cocina, de ahí el ennegrecimiento de sus
bóvedas y paredes, así como la construcción de los respiraderos en sus muros.
Esta cocina fue el
primer lugar de Europa donde se cocinó el chocolate. Un monje Cisterciense Fray
Jerónimo de Aguilar viajo a América con Hernán Cortes y en 1535 trajo unos
sacos de cacao como regalo al Abad de este Monasterio, con el que fabricaron un
chocolate amargo.
El comedor de los
monjes es una sala enorme situada al lado de la cocina. Tiene planta
cuadrangular y una bóveda sexpartita que le confiere una gran acústica. La sala
fue forrada con yeso en el siglo XVIII, como prevención ante la enfermedad de
la peste negra que amenazó Europa, cuando se cubrieron los edificios de cal
mezclada con arena, pensando que así se limpiaban de la peste.
A mano derecha
encontramos el púlpito dónde se situaba el Hermano Lector Semanero. Debajo de
la vidriera se situaba una mesa en forma de U donde comían los monjes. La ventana
situada encima de la puerta daba a las galerías de las antiguas celdas de los
monjes, tiene un vano con celosía bizantina que representa un jarrón con una
flor de lis, símbolo de la Virgen María.
Aquí se encuentra
expuesta una copia del Tríptico–Relicario del Monasterio de Piedra realizado en
el año 1.390, precioso y excepcional mueble litúrgico fruto de la carpintería
gótico mudéjar destinado a exhibir la reliquia del Santo Misterio de Cimballa.
El calefactorio es
una sala con una gran columna neoclásica en el centro, que se utilizaba para
calentarse los monjes en invierno. Era una habitación caliente provista de
gloria en la parte de abajo dónde se quemaba paja y madera para calentar el
suelo.
El río Piedra nace de
la unión de una multitud de barrancos en las proximidades de Molina de Aragón
en la provincia de Guadalajara, muy cerca de Embid de Ariza. Tiene una longitud
de 66 Km. Al entrar en la provincia de Zaragoza, a su paso por Torralba de los
Frailes y Aldehuela de Liestos, excava unos bellos cañones y cortados en la
roca caliza conocidos como las Hoces del Piedra. Recibe por su margen derecha
al río Ortiz previo a su confluencia con el río Mesa, con quien conforma un
caudal único hasta desembocar en el Río Jalón cerca de Ateca.
El río ha labrado su valle
en un roquedo muy variado, los cañones más vistosos se han excavado en calizas,
pero también abundan las pizarras como las que observamos en su tramo bajo y en
el entorno del Embalse de la Tranquera en Nuévalos. Crio abundantes truchas y
anguilas, no en vano la primera piscifactoría de España se construyó en el
Piedra. También eran abundantes los cangrejos de río, que actualmente han sido
suplantados por el cangrejo americano que llega desde el Embalse de la
Tranquera. Se decía de este río que petrifica cualquier madero formando figuras
de bella escultura con bonitos relieves, a esta particularidad debe sin duda su
nombre. En su cauce se encuentra ubicado el Parque Natural del Monasterio de
Piedra. Aquí el río forma un sistema de cascadas y cuevas por las que se ha
acondicionado la visita y acoge el conjunto monumental del antiguo monasterio
cisterciense y el magnífico parque natural que lo rodea.
El Parque Natural del
Monasterio de Piedra se esconde en las sierras más escarpadas del Sistema
Ibérico, agrupando un entorno paisajístico insólito en la Península, rodeado de
cascadas y saltos de agua espectaculares, y grupo de cavernas por las que se
puede pasear. Un lugar paradisíaco que se recorre en dos horas y media y que
permite disfrutar de un paraje natural sin precedentes.
El recorrido se
inicia en la Plaza de San Martín, bordeando el hotel se llega a las Cuatro
Calles que nos llevan al Mirador de la Cola de Caballo, a la Gruta Iris, a la
espectacular Cola de Caballo, salto de agua de 90 metros de altura que esconde
a la gruta Iris, y que ha dado lugar a una impresionante gruta natural y la
Piscifactoría.
A continuación se
pasa por la Peña de Diablo, el Lago del Espejo, otro paraje de ensueño que
reúne en torno a una laguna de aguas cristalinas la más variada flora y fauna
acuática, Los Chorreadores, la impresionante Cascada Iris, el Baño de Diana, el
Lago de Los Patos, La Cascada Trinidad, Cascada La Caprichosa y La Gruta del
Artista.
Por una escalera,
tallada en roca, se asciende al Parque de Pradilla, La Caprichosa, la Cascada
de los Fresnos y se retoma a la Cascada Iris.
La zona está rodeada de bosques de ribera, en torno a los alrededores del Río Piedra, en uno de los ecosistemas de mayor riqueza biológica, donde se encuentran muchas especies de animales y plantas en un espacio relativamente reducido. Sobre este cauce de agua se vertebra todo el ecosistema del parque. En las márgenes de ríos, arroyos y zonas húmedas se desarrollan especies como el aliso, chopo, fresno o el olmo. Otras especies arbóreas rodean las riberas, como olmos, nogales y arces.
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